Sabina Galeano y Otras Cosillas

27 de septiembre de 2007

María

Tiene más de veinticinco años en la familia, ha ayudado a mi suegra, a mi cuñado, actualmente nos ayuda en la casa, hoy por la mañana, mi esposa la vio triste, la abrazó, le preguntó qué le ocurría y rompió a llorar.
Ayer cuando iba en el autobús de regreso hacia su casa, en Ciudad Quetzal, iba una pareja joven con su niña pequeña, de repente se subieron tres tipos a balear al muchacho, sangrando y agonizante, lo bajaron junto con su esposa e hija, diciéndole al piloto que se fuera rápido, así lo hizo y casi choca, hubo varios desmayados por la impresión.
María dice que no se le borran las caras, ni la escena de sangre, que qué puede hacer, en estos momentos llego a la conclusión que ella es mi ídolo, es más valiente que cualquiera, mientras yo, acá escribiendo no puedo remediarle el problema, sólo me vuelvo a sentir impotente ante tanta maldad e injusticia.
Favor especial, si su comentario va a hacer ver que el pobre muchacho en algo andaba metido, absténganse, primordialmente se trata de un ser humano.
Ella no va a leer esto, pero quisiera dejarle la letra de una canción interpretada por Mercedes Sosa, original de Milton Nascimento y Fernando Brant.
María, María
Es un don, es el sueño, el dolor
De una fuerza que nos alerta
Una mujer que merece vivir
Y amar como otra mujer del planeta
María, María
Es el son, es color, es sudor
De una lagrima que corre lenta
De una gente que ríe
Cuando debe llorar
Y no vive, apenas aguanta.
Pero hace falta la fuerza
Hace falta la raza
Hacen falta las ganas siempre
Dentro del cuerpo y las marcas
María, María
Confunde dolor y alegría.
Pero hace falta la maña
Hace falta la gracia
Hacen falta los sueños siempre
Dentro la piel y esas marcas
Posee la extraña manía
De creer en la vida

19 de septiembre de 2007

1524, Quetzaltenango: El poeta contará a los niños la historia de esta batalla

El poeta hablará de Pedro de Alvarado y de quienes con él vinieron a enseñar el miedo.
Contará que cuando ya las tropas indígenas habían sido arrasadas, y era Guatemala campo de carnicería, el capitán Tecum* Umán se alzó por el aire y voló con alas y plumas nacidas de su cuerpo. Voló y cayó sobre Alvarado y de un golpe feroz le arrancó la cabeza del caballo. Pero Alvarado y el caballo se partieron en dos y divididos quedaron; el conquistador se desprendió del caballo decapitado y se levantó. Nuevamente se echó a volar el capitán Tecum y subió, fulgurante, hasta muy arriba. Cuando se precipitó desde las nubes, Alvarado lo esquivó y lo atravesó con su lanza. Acudieron los perros a despedazar a Tecum Umán y la espada de Alvarado se interpusó. Largo rato estuvo Alvarado contemplando al vencido, su cuerpo abierto, la plumería de quetzal que le brotaba de los brazos y las piernas, las alas rotas, la triple corona de perlas, diamantes y esmeraldas. Alvarado llamó a sus soldados. Les dijo: -Mirad-, y los obligó a quitarse los cascos.
Los niños, sentados en rueda alrededor del poeta, preguntarán:
-Y todo eso, ¿lo viste? ¿lo escuchaste?
-Sí.
-¿estuviste aquí?- preguntarán los niños.
-No. De todos los que estuvieron aquí, ninguno de los nuestros sobrevivió.
El poeta señalará las nubes en movimiento y el balanceo de las copas de los árboles.
-¿Ven las lanzas? -preguntará-, ¿Ven las patas de los caballos? ¿La lluvia de flechas? ¿El humo?
-Escuchen - dirá, y apoyará la oreja contra la tierra, llena de estampidos.
Y les enseñará a oler la historia en el viento, a tocarla en las piedras pulidas por el río y a conocerle el sabor mascando ciertas hierbas, así, sin apuro, como quien masca tristeza.
* Escrito así en el original
De "Memoria del Fuego, los nacimientos", de don Eduardo Galeano, imaginar nuestra historia contada por los vencidos, es algo de lo mucho que se merecen.

7 de septiembre de 2007

Amigos y nadie más, el resto, la selva...

Esta canción de Víctor Manuel San José, forma parte de mis cinco favoritas, un agradecimiento a todos mis amigos, por ser, por estar, reales y virtuales, actuales y anteriores, los que me han apoyado cuando más lo necesité, los que me llaman cuando estoy de bajón, los que creyeron en mí cuando nadie lo hizo, otra vez y siempre, gracias.
Los nombres sobran, ustedes lo saben bien. Soy un corazón tendido al sol Aunque soy un pobre diablo, casi siempre digo la verdad. Como fuego abrasador, siempre quise ser el que no soy. No transcurre el tiempo junto a ti, no existe el reloj; no tiene sentido entre tú y yo. Aunque soy un pobre diablo, se despierta el día y echo a andar. Invencible de moral. ¡Qué difícil es buscar la paz! Convivir venciendo a los demás... Nuestra sociedad es un buen proyecto para el mal. Dejo sangre en el papel y todo lo que escribo al día siguiente rompería si no fuera porque creo en ti. A pesar de todo, tú me haces vivir, me haces escribir dejando el rastro de mi alma y cada verso es un jirón de piel. Soy un corazón tendido al sol. Aunque soy un pobre diablo, sé dos o tres cosas nada más: sé con quien no debo andar, también sé guardar fidelidad. Sé quiénes son amigos de verdad, sé bien dónde están: nunca piden nada y siempre dan.