Sabina Galeano y Otras Cosillas

5 de diciembre de 2007

¡Felicidades vos!

Qué onda vos, llegaste a los veintitrés, creo que no te ofende que diga tu edad y si te ofende, que le vamos a hacer, me pediste que te contará lo que pasó el día de tu nacimiento, por lo que al mejor estilo de novela policial, pasaré a narrar de lo que me acuerdo, el guaro y las penas que me has hecho pasar han causado que mis neuronas tengan algún tipo de daño.
Empecemos por la fecha, fría madrugada del 6 de diciembre de 1984 a las 0100 horas , se despierta doña Pirata informándome que empezaba a sentir contracciones, previamente habíamos contratado el servicio de La Médica Guatemalteca, por lo que nos dirigimos hacia allí, nos recibió el internista de turno ¡con una cara de desvelo!, después de los exámenes de rigor nos dijo que "sólo" había dos centímetros de dilatación, que volviéramos a las seis.
Nos regresamos a la casita, tu abnegada madre ya no pudo dormir, para que voy a mentir, yo sí, pero a las 0600 ya estábamos en el hospital para que la admitieran, empezaba lo mero bueno, (si pues, como no era yo el de las contracciones), la señora que le impartió el curso de parto sin dolor, estuvo al lado nuestro la mayoria del tiempo, indicándole como respirar. Se inició una espera larga, desayuné y almorcé en la calle y no había modo, el doctor después de hacer las evaluaciones corespondientes, determinó ponerle el suero dilatador a doña Pirata, fue difícil, aproximadamente a las dieciocho horas y después de mucho sufrimiento, la trasladaron al quirófano, procedí a ponerme el tacuche, botitas, pantalón, camisa y gorro, para asistir y ayudar en lo que pudiera.
A las 1915 se dio el milagro de la vida, saliste a conocer el mundo, morada de lo bien oxigenada que estabas, el pediatra hizo las evaluaciones de rigor y todo bien, 7 Lbs. 6 onzas y 49 centímetros, no puedo decirlo en palabras pero verte en esos momentos, fue algo inovidable, posteriormente te trasladaron a una incubadora para que te viera toda la parentela y adiviná qué, hiciste, espero que haya sido el único, el primer streap tease de tu vida, te quitaste la colchita que te cubría, felicitaciones de todo el mundo y hasta atrás, tu tío Gordo, que se me acercó para mostrarme abajo de su chumpa una botella del desaparecido ron Roble Blanco, extra suave decía en la etiqueta.
Como comprenderás, por la espera tan larga y el desvelo, yo estaba un poco cansado y bueno, nos fuimos a Mariachis, que antes se ubicaban en el Trébol y como al tercer trago, empecé a ver doble, con helicóptero incluído, o sea, tenía una riata de arriero, le pedí a tu tío que él manejara y estaba peor que yo, así que regresamos a dormir a la casa bajo mi eficaz conducción, un par de banquetazos, pero todo bien, acá es donde las neuronas fallan, ninguno de los dos recordamos la hora.
Gracias a mis dos días de permiso según el código de trabajo, pude descansar al día siguiente, con una goma que quería morirme, pero te fui a ver nuevamente al hospital, para estar seguro que eras un poquito mía.
Hoy, quiero desearte lo mejor, agradecerte por todo lo que me has enseñado, volví a mis raíces, reviví a mi hermana y he aprendido a aceptar más a la gente, entre un montón de cosas.
Por favor no dejés de luchar, has ayudado a mucha gente y ellos y yo te necesitamos, valiente y radiante, objetiva y analítica, amorosa y combativa.
Feliz cumpleaños Corazón Libre, te dejo una canción interpretada por Mercedes Sosa, me enamoró la letra.
A quién doy
(Julio Lacarra)
A quién doy
el camino transitado
los abrazos y las manos
a la que espera en un llanto.
A quién doy
la osadía de ser libre
y a las cosas que me siguen
decirles que ya no estoy.
A quién doy
mi aventura, mis hallazgos,
mi alegría y mis fracasos
y las deudas del amor
mi trasnochada esperanza
mi arrepentido egoísmo
y tener que ser mayor.
A quién doy
este pedazo de raza
que vive, padece y canta
a una tierra puro sol.
A quién doy
las cuerdas de mi guitarra
para que no suenen tristes
a la hora de mi adiós.
A quién doy
los recuerdos e ilusiones
mis verdades, mis rencores
y este blando corazón
la maravillosa infancia,
la inseguridad vestida
con esta imagen de dios.
A quién doy,
dejaré rumores simples
viejas costumbres sentadas
a la mesa del dolor.
Y les doy
las palabras y los signos
el valor de haber vivido
lo débil de mi razón.
Y les dejo la apariencia, el desencanto,
las ganas de andar gritando
que no esta muerto quien va
desafiando la mentira
revelando su estatura,
del brazo con los demás.
Olvido
de señalarles destino
y al que estuvo en el camino
para torcer mi honradez,
única virtud humana
que me desveló en la almohada,
herencia grande tal vez.